Un equipo del Instituto de Neurociencias confirma que los cambios epigenéticos son decisivos en la aparición del cáncer.
Un equipo del
Instituto de Neurociencias (Centro mixto de la Universidad Miguel
Hernández y el CSIC) ha descubierto que la acción conjunta de las
proteínas Pipsqueak y Lola, factores epigenéticos, con el oncogen Notch
desencadena la aparición de tumores altamente invasivos.EL descubrimiento
El hallazgo, cuyos resultados aparecen hoy, jueves, en Nature, es importante porque demuestra que los cambios epigenéticos juegan un papel decisivo en la aparición y desarrollo de tumores sólidos; o dicho de otro modo, porque confirma que el cáncer no se produce exclusivamente por alteraciones genéticas, como se pensaba hasta hace unos años.
La investigación ha sido dirigida por la investigadora María Domínguez, del Instituto de Neurociencias, ubicado en el campus de Sant Joan d?Alacant de la UMH. El trabajo ha contado además con la participación de Jorge Bolívar, investigador de la Universidad de Cádiz.
Sobre el cáncer
El cáncer es una enfermedad compleja cuyo origen, hasta hace unos años, se atribuía de forma exclusiva a modificaciones genéticas (mutaciones en la secuencia normal del ADN). Recientemente se ha sugerido, en cambio, que las alteraciones epigenéticas también contribuyen a la formación y la progresión de los tumores. Este tipo de alteraciones consiste en modificaciones del ADN y de la cromatina (estructura en la que el ADN se organiza y empaqueta en el núcleo de la célula) que si bien no alteran su secuencia, son heredables.
A pesar de la intensa investigación desarrollada en este campo, hasta ahora no se conocía el mecanismo que permite que se inicien estas alteraciones epigenéticas en las células precursoras del cáncer.
El equipo dirigido por la investigadora del Instituto de Neurociencias ha descubierto que cuando las proteínas Pipsqueak y Lola se expresan de forma aberrante, se produce el silenciamiento de genes supresores de tumores, lo que contribuye a la aparición del cáncer.
El artículo publicado hoy en Nature describe, en concreto, un nuevo mecanismo de acción del oncogen Notch, que implica a las proteínas Pipsqueak y Lola, potentes represores epigenéticos que contribuyen al desarrollo y progresión del cáncer.
La aparición de este tipo de tumores está asociada a alteraciones epigenéticas en las histonas, proteínas que participan en la organización de la cromatina. Al mismo tiempo, el trabajo de Domínguez revela que si se impiden estas alteraciones epigenéticas, se previene la incidencia de los tumores.
El trabajo se ha realizado con la mosca del vinagre, Drosophila melanogaster. Para Domínguez el hallazgo enfatiza ?cómo la investigación en animales modelo susceptibles de un profundo análisis genético es una herramienta poderosa para entender las causas del cáncer en humanos?. El laboratorio de esta investigadora busca en la actualidad genes adicionales implicados en los mismos procesos.
SILENCIAMIENTO DE SUPRESORES TUMORALES
La investigación del equipo de Domínguez describe también que uno de los genes silenciados en los tumores es el supresor tumoral Retinoblastoma (Rb). Este supresor recibe este nombre tras haber sido aislado por primera vez en humanos de un retinoblastoma (tumor maligno de la retina que generalmente afecta a niños menores de 6 años).
Hoy día se sabe que RB1, junto con p53, constituye una de las vías supresoras más importantes en cáncer humano. Como tal, el silenciamiento del gen RB1, bien por mutación, o bien por cambios epigenéticos, se considera uno de los pasos clave en la iniciación de tumores malignos.
Este trabajo demuestra que existe una relación directa entre la inactivación del gen Rb y la aparición de los tumores.De la misma forma, la reexpresión del gen Rb inhibe la aparición de los mismos.
María Domínguez (Alcántara, Cáceres, 1965) es licenciada en Biología por la Universidad de Sevilla. Realizó su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid, sobre el desarrollo de sistema nervioso en Drosophila. Tras realizar estancias postdoctrales en la Universidad de Zurich (Suiza), y en el MRC-LMB, en Cambridge, (Reino Unido), en 2000 se incorporó al Instituto de Neurociencias (centro mixto de la Universidad Miguel Hernández de Elche y del CSIC), donde ganó en 2005 una plaza de investigadora científica.