La radioterapia puede afectar la nutrición


La radioterapia dirigida a cualquier parte del aparato digestivo a menudo tiene efectos secundarios que causan problemas de nutrición. La mayoría de los efectos secundarios empiezan pocas semanas después de empezar la radioterapia. Algunos efectos secundarios pueden continuar durante meses o años después de que termina el tratamiento.
Los siguientes son algunos de los efectos secundarios más comunes:
  • De la radiación dirigida a la cabeza y el cuello:
    • Pérdida de apetito.
    • Cambios en el sabor de los alimentos.
    • Dolor al tragar.
    • Boca seca o saliva espesa.
    • Boca y encías doloridas.
    • Reducción de la abertura del esófago superior, que puede causar problemas de asfixia, respiratorios y de tragar.
  • De la radioterapia dirigida al pecho:
    • Infección en el esófago.
    • Dificultad para tragar.
    • Reflujo esofágico (flujo hacia atrás de los contenidos del estómago hacia el esófago).
  • De la radioterapia dirigida al abdomen o la pelvis.
    • Diarrea.
    • Náuseas.
    • Vómitos.
    • Inflamación de los intestinos o el recto.
    • Disminución de la cantidad de nutrientes que absorben los intestinos.
La radioterapia también puede causar cansancio que, a su vez, puede llevar a una disminución del apetito.
La terapia nutricional puede ayudar a aliviar los problemas nutricionales que causa la radioterapia.
La terapia nutricional durante el tratamiento con radiación puede ayudar a los pacientes a obtener suficientes proteínas y calorías para que el tratamiento se lleve a cabo, prevenir pérdida de peso, ayudar a curar las heridas y la piel, y mantener salud general. La terapia nutricional puede incluir los siguientes elementos:
  • Suplementos nutricionales para beber entre comidas.
  • Nutrición enteral (alimentación por sonda).
  • Cambios en la alimentación, como consumir pequeñas cantidades de comida a lo largo de todo el día.
Los pacientes que reciben terapia de radiación de dosis altas para prepararse para un trasplante de médula ósea pueden sufrir muchos problemas de nutrición y deberán consultar con un dietista para recibir apoyo nutricional.

Alimentación durante la radioterapia


Su dieta es una parte fundamental en el tratamiento del cáncer. Una dieta equilibrada es siempre vital para que su organismo funcione correctamente. Ayuda a mantenerle fuerte, a tolerar mejor los efectos secundarios derivados de los tratamientos, previniendo la aparición de lesiones en determinados tejidos y facilitando la reconstrucción de aquellos que se han lesionado por el tratamiento.
Una buena forma de llevar una alimentación equilibrada, es comer de forma variada, combinando todo tipo de alimentos. Frutas y verduras que aportan vitaminas, fibra y minerales. Proteínas que son fundamentales ya que permiten al organismo recuperarse más fácilmente y luchar contra las infecciones. Cereales que aportan una gran cantidad de carbohidratos y son una magnífica fuente de energía para el organismo. Leche y derivados, aportan vitaminas, minerales y son un alimento muy rico en energía, proteínas y la mejor fuente de calcio.
Tiene que tener en cuenta que su dieta durante el tratamiento puede variar ya que, por ejemplo si el tratamiento le causa diarreas, probablemente tendrá que restringir la ingesta de alimentos ricos en fibra, como fruta, verduras y cereales.
Pérdida de apetito o anorexia
La pérdida de apetito es uno de los efectos secundarios más frecuentes en el enfermo oncológico. Hay muchas causas que pueden producir los problemas con la comida y la digestión de los alimentos: tratamientos contra el cáncer, ingesta de medicación, estrés emocional, preocupación, dolor, diarrea, mucositis o inflamación de las mucosas de la boca, esofagitis o inflamación de las mucosas del esófago, pérdida del gusto, disminución de la saliva, el propio cáncer en estadios avanzados y la forma de los alimentos.
Es muy importante mantener el peso durante la radioterapia. Mantener una dieta equilibrada y suficiente le ayudará a afrontar mejor los efectos secundarios del tratamiento.
Se recomienda lo siguiente:
- Comer cuando se tenga hambre, aunque no sea la hora de comer.
- Hacer varias comidas al día, además de las tres principales habituales.
- Generalmente no es recomendable poner gran variedad de alimentos para elegir, y es preferible emplear platos pequeños.
- Son preferibles las comidas ricas en proteínas (queso, leche entera, huevos, pescado, carne) y en calorías (frutos secos, queso cremoso, mantequilla, miel, azúcar, helados), ya que con poco esfuerzo obtiene mas energía.
- Evitar los productos “light”.
- Evitar injerir líquidos durante las comidas para disminuir la saciedad precoz, excepto para la boca seca y para la dificultad para tragar.
- Comer en los períodos del día en los que usted se encuentre mejor (generalmente por las mañanas).
- Estimular el apetito realizando ejercicios ligeros.
- Es preferible que las comidas estén templadas o frías.
- Evitar aromas fuertes que pueden resultar desagradables.
- Comer en un ambiente acogedor y confortable que ayude a sentirse bien mientras come.
- Variar la dieta y utilizar nuevas recetas.
- Si le gusta comer en compañía intente comer con la familia, amigos, o ponga la radio o la televisión.
- Cuando se sienta lleno, congele la comida para poder utilizarla posteriormente.
- Tenga a mano siempre algo que comer por si siente hambre.
- Deje que alguien cocine por usted e indique qué es lo que más le gusta.
- Si sólo puede comer pequeñas cantidades de comida, incremente las calorías añadiendo mantequilla o margarina, si le gusta el sabor.
- Mezcle las sopas con nata o con leche, en vez de utilizar agua.
- Beber batidos o suplementos líquidos entre las comidas.
- Añadir nata o salsa de queso a las verduras favoritas.
- Evitar ciertas bebidas gaseosas que pueden provocarle saciedad.
- Evite las carnes rojas y coma más pollo, pescado, pavo… etc.
- Para los pacientes que pueden beber líquidos en cantidad pero no sólidos, añadir a los líquidos leche en polvo, yogurt, miel o suplementos líquidos preparados.
- Si a pesar de todo, usted no es capaz de ingerir las calorías y proteínas diarias necesarias habrá que complementar su dieta con suplementos comerciales disponibles en líquidos, pudín con varios sabores que le será prescrito por su médico.
Mas informacion :
www.aoex.es

Preguntas y respuestas sobre la radioterapia



A continuación les facilito un enlace donde encontraran todo tipo de información sobre la radioterapia como por ejemplo:
Preguntas y respuestas sobre la radioterapia: Respuestas a preguntas comunes (por ejemplo, ¿Qué es la radioterapia? o ¿Cómo funciona la radioterapia?).
Radioterapia externa y radioterapia interna: Información sobre los dos tipos de la radioterapia.
 Sus estados de ánimo durante la radioterapia: Información sobre sentimientos como la depresión y la ansiedad. Maneras de lidiar con esos sentimientos.
Efectos secundarios y qué hacer para controlarlos: Aquí se muestran los efectos secundarios que podría padecer y cómo controlarlos.
 Preguntas que podría hacer: Preguntas que podría hacerle a su doctor, su enfermera y las demás personas involucradas en su tratamiento y atención médica.
Listas de alimentos y líquidos: Alimentos y bebidas que puede y no puede consumir
durante la radioterapia.
Palabras importantes: Un glosario que explica claramente los términos médicos que se
usan en este libro. Estos términos se encuentran en negrita la primera vez que aparecen
en el libro.
 Cómo obtener más información: Opciones para obtener más información impresa, en
Internet y por teléfono.
Espero que les sirva de ayuda:
http://www.cancer.gov/espanol/cancer/radioterapia-y-usted.pdf

Vasectomia y cáncer de próstata


Se han localizado dos Se han localizado dos revisiones sistemáticas que analizan la relación entre vasectomía e incidencia de cáncer de próstata:
  • La primera publicada en 1998(1) incluyó catorce estudios (5 de cohortes y 9 de casos-control) y a un total de 221.238 personas. El riesgo relativo (RR), ajustado a la edad, fue de 1.23 (Intervalo de Confianza –IC- al 95% de 1.01 a 1.49). Se detectó una importante heterogeneidad entre los diferentes estudios y con importantes sesgos de selección. Para los estudios de cohortes el RR fue de: 1.13 (IC al 95% de 0.84 a 1.52) y de 1.36 (IC al 95% de 1.04 a 1.79) para los casos-control. Los estudios de base poblacional el RR fue de 1.12 (IC al 95% de 0.96 a 1.32) y los realizados en el hospital de 1.98 (IC al 95% de 1.37 a 2.86). Los autores concluyen que no se ha encontrado una asociación causal entre vasectomía y cáncer de próstata y que los individuos a los que se les ha practicado una vasectomía no constituyen un grupo de riesgo para el desarrollo de un cáncer de próstata.
  • La segunda ha sido publicada en el año 2002(2) incluyendo 5 Cohortes y 16 casos- control. El RR estimado fue de 1.37 (IC al 95% de 1.15 a1.62). En los estudios de base poblacional el RR fue más bajo. No se observaron diferencias según la edad en que se realizó la vasectomía. En los 16 estudios que informaron del tiempo que se había realizado la vasectomía se encontró un RR de 1.32 (IC al 95% del1.17-1.50) a los 30 años de realizar se la vasectomía, con una relación linear de leve incremento del RR por cada 10 años pasados desde la intervención. Estos resultados sugieren que la vasectomía puede incrementar el riesgo de cáncer de próstata, sin embargo este incremento quizás no sea causal ya que no pueden ser descartados sesgos potenciales. La asociación encontrada fue pequeña y podría ser explicada por sesgos.
Posterior a la última revisión han sido publicados:
  • Un estudio retrospectivo de casos y controles de base poblacional en Nueva Zelanda que incluía a 923 nuevos casos diagnosticados de cáncer de próstata de edades entre 40 a 74 años, comparando con 1224 controles seleccionados aleatoriamente de la población general (3). Los casos y los controles fueron entrevistados telefónicamente. No se encontró una asociación entre cáncer de próstata y vasectomía (RR, 0.92; IC al 95% de 0.75 a 1.14) , ni con el tiempo transcurrido desde la vasectomía. Ajustes por clase social, región geográfica, religión o historia familiar de cáncer de próstata no alteraron los resultados.
  • Un estudio en una cohorte en USA, seguida desde 1989 (4). En 1996 se les envió un cuestionario preguntando si se les había realizado una vasectomía y la fecha de la misma, Entre 1996 y Abril del 2004 fueron confirmados 78 casos de cáncer de próstata entre los 3.373 que contestaron el cuestionario. La asociación medida con el "hazard ratio" (HR) fue positiva entre la vasectomía y el cáncer de próstata, con un HR de 2.03 (IC al 95% de 1.24 a 3.32). Esta asociación no fue demostrada ante un diagnóstico de cáncer de próstata con un alto grado de agresividad.
  • Un estudio de cohortes contando con los datos de un registro de cáncer poblacional en Dinamarca (5) comparó la tasa encontrada de cáncer de próstata en pacientes hospitalizados para una vasectomía entre 1977 y 1989, con la esperada si esta población tuviera una tasa similar a la de la población general, tomando los datos del registro. Un total de 46 pacientes de los intervenidos de vasectomía fueron diagnosticados de cáncer de próstata, mientras que aplicando la tasa esperada serían 46.93 (razón de incidencia estandarizada de 0.98 con un IC de 0.7 a1.3). La conclusión es que no se encuentra un incremento de riesgo para cáncer de próstata entre los hombres hospitalizados para vasectomía en Dinamarca.

Factores de riesgo cáncer de próstata


Un factor de riesgo es cualquier cosa que afecte su posibilidad de tener una enfermedad  como el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen distintos factores de riesgo. Algunos  factores de riesgo, como el fumar, pueden cambiarse. Otros, como la edad de la persona o  sus antecedentes familiares, no se pueden cambiar. Sin embargo, los factores de riesgo no suministran toda la información. Muchas personas  con uno o más factores de riesgo nunca padecen cáncer, mientras que otras que padecen  la enfermedad puede que hayan tenido pocos factores de riesgo conocidos o ninguno de  éstos.    
Todavía no entendemos completamente las causas del cáncer de próstata, pero los  investigadores han encontrado varios factores que pueden cambiar el riesgo de padecer  esta enfermedad. Para algunos de estos factores, la asociación con el riesgo de cáncer de  próstata aún no está clara.
Edad
El cáncer de próstata ocurre en muy pocas ocasiones en hombres menores de 40 años,  pero la probabilidad de tener cáncer de próstata aumenta rápidamente después de los 50  años. Casi dos de tres casos de cáncer de próstata se detectan en hombres mayores de 65  años.
Raza/grupo étnico 
El cáncer de próstata ocurre con más frecuencia en los hombres de raza negra que en los  hombres de otras razas. Además, los hombres de raza negra tienen una mayor  probabilidad de ser diagnosticados en una etapa avanzada, y tienen más del doble de  probabilidad de morir de cáncer de próstata en comparación con los hombres blancos. El  cáncer de próstata ocurre con menos frecuencia en los hombres asiático-americanos y en  los hispanos/latinos que en los hombres blancos. No están claras las razones de estas
diferencias raciales y étnicas.
Nacionalidad 
El cáncer de próstata es más común en Norteamérica y en la región noroeste de Europa,  Australia, y en las islas del Caribe. Es menos común en Asia, África, Centroamérica y  Sudamérica.
Las razones para esto no están claras.  Es probable que el uso más intenso de pruebas de  detección en algunos países desarrollados sea responsable por lo menos en parte de esta diferencia, pero también es probable que otros factores sean importantes, como diferencias en el estilo de vida (alimentación, etc.). Por ejemplo, los hombres de ascendencia asiática que viven en los Estados Unidos tienen un menor riesgo de cáncer  de próstata que los estadounidenses blancos, pero el riesgo de ellos es mayor que el de los hombres que viven en Asia con antecedentes similares.
Antecedentes familiares 
Parece ser que el cáncer de próstata afecta más a algunas familias, lo cual sugiere que en  algunos casos puede haber un factor hereditario o genético. Si el padre o el hermano de  un hombre padecen cáncer de próstata, se duplica el riesgo de que este hombre padezca la  enfermedad (el riesgo es mayor para los hombres que tienen un hermano con la enfermedad que para aquellos con un padre afectado por este cáncer). Asimismo, el  riesgo es mucho mayor en el caso de los hombres que tienen varios familiares afectados,  particularmente si tales familiares eran jóvenes en el momento en que se les encontró el  cáncer.
Genes 
Los científicos han descubierto varios cambios genéticos heredados que parecen  aumentar el riesgo de cáncer de próstata, pero probablemente son sólo responsables de un  pequeño número de casos en general. Todavía no están disponibles las pruebas genéticas para la mayoría de estos cambios genéticos. Algunos cambios genéticos heredados aumentan el riesgo de más de un tipo de cáncer.  Por ejemplo, las mutaciones heredadas de los genes BRCA1 o BRCA2 son la razón por la  cual el cáncer de seno y el cáncer de ovario son mucho más comunes en algunas familias.  Las mutaciones en estos genes también pueden aumentar el riesgo de cáncer de próstata  en algunos hombres. Sin embargo, éstas representan un porcentaje muy pequeño de los  casos de cáncer de próstata.  Recientemente, algunas variaciones genéticas comunes han sido asociadas con un mayor  riesgo de cáncer de próstata. Se necesitan estudios para confirmar esto con el fin de  determinar si las pruebas para variantes genéticas serían útiles en predecir el riesgo de  cáncer de próstata.  Para más información sobre algunos de los cambios genéticos vinculados con el cáncer  de próstata, lea “¿Conocemos las causas del cáncer de próstata?”.
Alimentación 
No está claro cuál es el papel exacto que desempeña la alimentación en el desarrollo del  cáncer de próstata, aunque se han estudiado varios factores.  Los hombres que comen muchas carnes rojas o productos lácteos altos en grasa parecen  tener una probabilidad ligeramente mayor de cáncer de próstata. Estos hombres también  tienden a comer menos alimentos de origen vegetal como frutas, ensaladas y verduras.  Los médicos no están seguros cuál de estos factores es responsable del aumento en el
riesgo.   Algunos estudios han sugerido que los hombres que consumen una gran cantidad de  calcio (proveniente de alimentos o complementos) pueden tener un mayor riesgo de  padecer un cáncer de próstata. Es posible que Los productos lácteos (los cuales a menudo  tienen mucho calcio) también puedan aumentar el riesgo. La mayoría de los estudios no  ha encontrado tal asociación con los niveles de calcio encontrados en una dieta regular.  Es importante indicar que se sabe que el calcio proporciona otros beneficios importantes a la salud.

Obesidad 
La mayoría de los estudios no han encontrado que la obesidad (sobrepeso en exceso) está  asociado con un mayor riesgo de cáncer de próstata en general.  Sin embargo, algunos estudios han encontrado que los hombres obesos tienen un menor  riesgo de una forma de la enfermedad de bajo grado (menos peligrosa), pero un mayor  riesgo de un cáncer de próstata más agresivo. Las razones para esto no están claras.  
Algunos estudios también han encontrado que los hombres obesos pueden tener un mayor  riesgo de padecer cáncer de próstata avanzado y de morir a causa de esta enfermedad,  pero no todos los estudios han encontrado esto.
Tabaquismo 
La mayoría de los estudios no han encontrado una asociación entre el hábito de fumar y  el riesgo de padecer cáncer de próstata. Algunas investigaciones recientes han vinculado  el fumar con un posible aumento pequeño en el riesgo de morir a causa de cáncer de  próstata, aunque éste nuevo hallazgo necesitará ser confirmado por otros estudios.
Inflamación de la próstata 
Algunos estudios han sugerido que la prostatitis (inflamación de la glándula prostática)  puede estar asociada con un riesgo aumentado de cáncer de próstata, aunque otros  estudios no han encontrado tal asociación. A menudo, la inflamación se observa en las  muestras del tejido de la próstata que también contiene cáncer. La asociación entre los  dos no está clara, pero ésta es un área activa de investigación.
Infecciones de transmisión sexual   
Los investigadores han estudiado si las infecciones de transmisión sexual (como gonorrea  o clamidia) podrían aumentar el riesgo de cáncer de próstata, posiblemente al causar  inflamación de la próstata. Hasta el momento, los estudios no han concordado, y no se  han logrado conclusiones sólidas.
Vasectomía 
Algunos estudios más preliminares han sugerido que los hombres que se han sometido a  una vasectomía (cirugía menor para hacer que los hombres sean infértiles), especialmente  aquellos menores de 35 años al momento del procedimiento, pudieran tener un riesgo  ligeramente aumentado de cáncer de próstata. Sin embargo, en los estudios recientes no  se ha hallado incremento alguno del riesgo entre los hombres que se han sometido a esta operación. El temor de un mayor riesgo de cáncer de próstata no debe ser razón para
evitar una vasectomía.

Que es la braquiterapia del cáncer de próstata


La braquiterapia del cáncer de próstata con semillas radiactivas, es una alternativa conservadora para tratar estos tumores cuando están limitados a la  glándula. Etimológicamente, braqui significa “cerca de”. Por tanto, se trata de una forma de radioterapia, en la que las fuentes radiactivas se introducen en la  próstata y se dejan permanentemente. Su objetivo es doble: por una parte, administrar una dosis irradiación a la próstata de 145 grays (Gy), suficiente para anular el crecimiento tumoral y por otra, que la dosis que reciben la uretra  y los órganos periprostáticos  sea lo más baja posible, limitando o disminuyendo las complicaciones post-quirúrgicas.

Procedimiento y técnica de la braquiterapia
La sonda ecográfica se coloca sobre un soporte especial calibrado y se introduce por el recto hasta visualizar la base de la próstata. El soporte permite  irla retirando a intervalos de 5 mm. En cada uno de ellos se obtiene la imagen  de un corte transversal de la próstata y se dibuja su perímetro. El ecógrafo, dotado de un software específico, calcula automáticamente los volúmenes parciales, dando por sumación, el volumen total de la glándula. Las imágenes ecográficas de la próstata obtenidas con  la volumetría, se trasladan a un programa informático elaborado para cálculos dosimétricos, que  nos da el número de semillas necesarias y su actividad y genera un mapa tridimensional de la distribución espacial de las semillas, para irradiar ese volumen prostático con la dosis prevista.  Para optimizar la dosis en próstata y  minimizar la que recibirán uretra, recto y vejiga, el programa permite modificar  la disposición y actividad de las semillas.

Las semillas se colocan en agujas de 18G. Estas se introducen en la próstata por vía transperineal (el espacio comprendido entre el ano y el escroto) con la  guía de una rejilla horadada y dirigidas por ecografía transrectal. Cuando llegan a los lugares indicados en la planificación previa, comprobados por una plantilla  que aparece en la pantalla del ecógrafo, se depositan las semillas. Las semillas pueden implantarse sueltas, con o sin separadores inertes entre ellas, o unidas en un hilo trenzado de vicrilo con una separación de 1 cm. Este  último sistema permite irradiar mejor la cápsula prostática y un margen de 5mm  alrededor de ella, con menor, prácticamente nulo riesgo de emigración de las semillas. Generalmente, se utilizan entre 60 y 100 en cada tratamiento.  La intervención puede hacerse con control fluoroscópico con contraste radiológico en vejiga para ver la disposición de las semillas y, al finalizar la intervención, una cistoscopia vesical para comprobar que no hay ninguna de ellas en vejiga urinaria.  La intervención puede hacerse con anestesia epidural o general. Se recomienda hospitalización de 24 horas después de la implantación. Las semillas pueden implantarse sueltas, con o sin separadores inertes entre ellas, o unidas en un hilo trenzado de vicrilo con una separación de 1 cm. Este  último sistema permite irradiar mejor la cápsula prostática y un margen de 5mm  alrededor de ella, con menor, prácticamente nulo riesgo de emigración de las semillas. Generalmente, se utilizan entre 60 y 100 en cada tratamiento.  La intervención puede hacerse con control fluoroscópico con contraste radiológico en vejiga para ver la disposición de las semillas y, al finalizar la intervención, una cistoscopia vesical para comprobar que no hay ninguna de ellas en vejiga urinaria.
La intervención puede hacerse con anestesia epidural o general. Se recomienda hospitalización de 24 horas después de la implantación.





Pruebas o exámenes que pueden detectar el cáncer de cuello uterino


•   La prueba de Papanicolaou puede  detectar células precancerosas,  cambios celulares en el cuello  uterino que pueden ser tratados,  así el cáncer de cuello uterino  se puede prevenir. La prueba de 
Papanicolaou también ayuda a  detectar el cáncer de cuello uterino  temprano, cuando el tratamiento  es más eficaz.  Se recomienda  que todas las mujeres se hagan la  prueba de Papanicolaou.
El único cáncer que puede ser  detectado con el Papanicolaou es   el cáncer de cuello uterino.  
Su médico puede hacerle una prueba de Papanicolaou mientras realiza un examen pélvico. Es una prueba rápida que toma sólo unos cuantos minutos. Se le pedirá que se recueste sobre una mesa de auscultación, que ponga sus pies en unos sujetadores llamados estribos y que separe las piernas. Le cubrirán con una sábana sus piernas y estómago. El médico introducirá en su vagina un instrumento llamado espéculo y lo abrirá para revisar el cuello del útero y realizar la prueba de Papanicolaou. Ella/él usará una espátula, cepillo o hisopo especial para recolectar unas cuantas células del interior y alrededor del cuello del útero. Estas células se colocan sobre una pequeña lámina de vidrio y son examinadas por el laboratorio para asegurarse que son saludables. Aunque para la mayoría de las mujeres la prueba de Papanicolaou no es dolorosa, a algunas otras pudiera causarles molestias.
•   La prueba del VPH detecta el virus  de VPH—que puede causar cambios  celulares precancerosos y el cáncer  de cuello uterino.  Hable con su  médico para saber si la prueba del  VPH es adecuada para usted. 

Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino


•  Póngase la vacuna contra el VPH.  La vacuna  protege contra los tipos  de VPH que suelen causar con más frecuencia cáncer de cuello  uterino, de vagina y de vulva. Se  da en una serie de tres dosis. Esta  vacuna se recomienda para niñas  de 11 y 12 años de edad. También  se recomienda para niñas y mujeres  entre los 13 y 26 años de edad que  no recibieron alguna o ninguna de  las dosis cuando fueron jóvenes.
NOTA: Esta vacuna se puede dar a  niñas a partir de los 9 años de edad

•  Visite a su médico de forma  periódica para hacerse la prueba del  Papanicolaou que puede descubrir  cambios celulares precancerosos.
•  Hable con su médico si el resultado
de su Papanicolaou no es normal.
• No fume.

•  Use condones durante el sexo.*
• Limite el número de parejas sexuales.

¿Qué aumenta la probabilidad de contraer cáncer de cuello uterino?


Casi todos los cánceres de cuello  uterino son causados por el VPH.
Usted tiene más probabilidades  de contraer VPH si ha comenzado  a tener relaciones sexuales desde  muy joven, o si usted o su pareja ha  tenido relaciones sexuales con varias  personas. Pero todas las mujeres  que hayan tenido relaciones sexuales  corren el riesgo de contraer el VPH. Hay varios tipos de VPH. Por lo general, el VPH desaparece por sí solo,  pero si esto no ocurre, con el tiempo  podría causar cáncer de cuello uterino.  Además de VPH, los siguientes factores  también pueden aumentar el riesgo de  contraer cáncer de cuello uterino:
• Fumar.
•  Tener una enfermedad que debilite  su sistema inmunológico (como el  VIH, el virus que produce el sida)  que haga difícil que su cuerpo  combata problemas de salud.
•  Usar píldoras anticonceptivas por  un largo tiempo (cinco años o más).
• Haber dado a luz a tres o más niños/as

Lactancia materna método eficaz en la prevención del cáncer de mama


No existe consenso entre los investigadores acerca del papel protector del embarazo y la lactancia frente al desarrollo del cáncer de mama en la mujer. No obstante, es evidente que ambos procesos influyen positivamente en la diferenciación del epitelio mamario, y en la reducción de los niveles de ciertas hormonas, como los estrógenos, cuyos efectos se relacionan con el cáncer de mama.
Los resultados de estudios muestran la existencia de una correlación significativa entre el tiempo
de lactancia materna y la edad de diagnóstico del cáncer de mama, entre aquellas pacientes con antecedentes familiares y personales de cáncer. En otras palabras, períodos prolongados de lactancia al pecho parecen ser la causa de una disminución del riesgo y la incidencia del cáncer de mama entre mujeres con descendencia y en modo especial entre aquellas con antecedentes familiares y personales de riesgo para cáncer.  Basándose en estos resultados, y en alusión a lo descrito por otros autores la incidencia de cáncer de mama en los países desarrollados podría reducirse en más del 50% entre aquellas mujeres con descendencia si éstas proporcionasen más lactancia al pecho y por mayores períodos de tiempo a sus hijos. Más concretamente, si las mujeres menores de 70 años amamantaran a sus hijos durante más de seis meses (algo que tiempo atrás solía ser lo normal), la incidencia de cáncer de mama descendería del 6,3% al 2,7%34 En consecuencia, la tendencia moderna a no amamantar parece ser un factor crucial para el reciente incremento de los tumores de mama. Este fenómeno ha sido confirmado por estudios epidemiológicos que
indican que, cuando una mujer no amamanta al pecho a sus hijos, aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de mama. De hecho, ese riesgo disminuye a un ritmo del 4,3% por cada año que una mujer amamanta a sus hijos 
Lamentablemente, el número de mujeres que optan por la alimentación con biberón es cada vez mayor, circunstancia que contribuye en gran medida a la paulatina desaparición de la lactancia materna.
En conclusión, la lactancia materna por períodos de tiempo superiores a seis meses, no sólo proporciona a los niños numerosos beneficios para su salud, sino que también puede proteger a la madre de enfermedades
graves, como lo es el cáncer de mama, convirtiéndose así en un aliado potencial en la lucha contra los tumores de mama. Por tanto y teniendo en cuenta todo lo anterior, resulta conveniente seguir profundizando en el estudio de los beneficios que la lactancia materna puede suponer en la prevención del cáncer de mama.